miércoles, 21 de noviembre de 2012

El ángel adolescente de Grease



La veterana era Rizzo que contaba treinta y cuatro primaveras y la más joven, con veinte, era Marty, la pechugona que sentía debilidad por los marineros y los presentadores de televisión. Que los protagonistas de Grease estuvieran más que talluditos para pavear por el instituto era uno de los chistes que mejor funcionaban. Sin embargo, a Randal Kleiser se le fue la mano cuando contrató a Frankie Avalon. El guiño caducó enseguida: el italoamericano había sido un ídolo de quinceañeras en la época en la que se ambienta el musical (finales de los cincuenta) y por eso a Frenchy se le caía la baba cuando bajaba las escaleras de aquel paraíso de bigudíes y secadores plateados para, básicamente, llamarla tonta. La idea era buena pero Avalon no es Elvis, un icono cuya popularidad y carisma traspasa generaciones. Cuando yo era pequeña en mi casa veíamos Grease un día sí y otro también; la recitábamos como el señormíojesucristo de los niños antiguos, pero siempre fastforwdeábamos ese número. Beauty School Drop- out es una de las mejores canciones de Grease, con una letra acidísima sobre el abandono escolar y la novelerías adolescentes, pero darle el papel de Teen Angel a un cincuentón acartonado literalmente caído del cielo le imprimió al número un tufillo rancio de especial en La Vegas que desentonaba con el desenfado juvenil que era el alma de la peli.  

Grease ha aparecido varias veces en Glee pero nunca le habían dedicado un capítulo monográfico. Por cierto, no voy a intentar justificarme por seguir viendo una serie que tras su brillante primera temporada no ha tenido más que algún chispazo aislado: la veo y punto. Glee tiene capacidad para sacar matrícula pero es vaga y autoindulgente; pasará a los anales sin pena ni gloria y yo perderé el tiempo hasta el último capítulo con ella porque soy una loca de los musicales. El relevo en un reparto de feos, gordos, geeks y lerdos por una caterva de bellezones pasivo agresivos le ha dado esta temporada la puntilla al espíritu outsider de la serie. Ya sé que ser guapo no lo es todo y Kate Moss se metía farlopa porque era profundamente insegura pero, por favor, no puedo tomarme en serio que esos chicos tan hermosos tengan algún complejo o problema de integración en el instituto. Y mira que me he tragado toda la vida que la preciosa Sandy Olsen de Olivia Newton- John -con sus treinta palos cumplidos- se sintiera pequeñita al lado del mujerón que era (es) Stockard Channing. Ya podían aprender los del McKinley High, que llevan cateando ironía desde primero.

Sólo sacan nota al crear sus propios clásicos versionando canciones populares. El capítulo titulado Glease (sexto episodio de la cuarta temporada, que se emitió la semana pasada en Estados Unidos) no está mal armado (alrededor de esas canciones, un episodio de Estamos Okupa2 nos parecería El abanico de Lady Windermere) y tiene un momento sobresaliente cuando Darren Criss le enmienda la plana a Frankie Avalon. Beauty School Drop- out versión Glee sólo tiene un defecto: reduce la canción a dos estrofas con lo que no podemos disfrutar del tema completo. La chica que hace de Frenchy es clavada a Didi Conn teñida de rosa; las angelettes no son tan graciosas como en el original pero bailan mejor y Criss, que canta como le da la gana, es un auténtico Teen Angel, tierno y socarrón. Tiene veinticinco años: hubiera encajado perfectamente en la media de edad de la promoción del 78. 



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